4 cosas que aprendí de ser papá para mejorar mi vida en general

June 16, 2024

Le debo el crecimiento más grande de mi vida a ser papá.

Lo que he aprendido de mí mismo y de cómo vivir para ser una influencia positiva en mi vida y la de otros es impresionante.

Estos días he tenido en mente 4 (+1) aprendizajes muy importantes que he tenido siendo papá que he podido usar en otras áreas de mi vida.

Si todavía no son papás/mamás o no tienen planeado ser: creo que estas cosas se pueden aplicar en sus vidas personales con mucho éxito.

Si sí son papás/mamás: ¿qué han aprendido ustedes en sus procesos? ¡Quiero aprender más!

4(+1) cosas que aprendí de ser papá que uso en el día a día

1 Vamos a fallar muchas veces, cómo reparamos es más importante que cuánto fallamos.

No hay cursos para ser papá/mamá. Claro, ahora hay miles de libros y montones de contenido (este me encanta, por cierto), pero hay tanta información que es imposible consumirla toda y de poder aplicar en cada caso porque cada niño es diferente y cada papá también.

Eso significa que indudablemente vamos a fallar. No hay escapatoria. Y vamos a fallar mucho.

Vamos a perder la paciencia, vamos a hablar de una manera que no debimos, vamos a poner presión injusta, vamos a hacer mil cosas que. cuando pase el momento, vamos a querer no haber hecho.

Fallar no significa que somos malos papás/mamás. Fallar no significa que no tenemos las mejores intenciones y amor por nuestros hijos. Fallar es parte del proceso de aprender y de ser humano.

Lo que sí es clave, teniendo la mejor intención y amor por nuestros hijos, es cómo reparamos cuando fallamos.

¿Somos capaces de reconocer que fallamos? ¿Somos capaces de comunicar eso a nuestros hijos? ¿Somos capaces de tomar responsabilidad por cambiar nuestro comportamiento, aprender, dedicar energía y esfuerzo a mejorar?

Al igual que vamos a fallar como papás, vamos a fallar como pareja, como profesionales, como hijos, hermanos y amigos y también como personas con nosotros mismos.

Sí, claro, hay una universidad que nos enseña a ser contadores o abogados o artistas, pero ninguna que nos enseñe a actuar en el ambiente laboral. O cómo ser buen hijo o amigo o pareja o tener una buena relación con nosotros mismos.

Está en nosotros aprender cómo ser buen papá, hijo, pareja, etc. y parte de lograrlo es fallar.

Fallar no significa que uno quiere hacer daño o ser mala pareja o mal profesional o mal hijo o que no tiene amor propio. Fallar significa que, aunque tenga las mejores intenciones, uno es humano y está aprendiendo.

Lo importante en nuestra vida, al igual que con nuestros hijos, es cómo reparamos. ¿Podemos darnos cuenta cuando fallamos? ¿Podemos vernos, estudiarnos y buscar por qué fallamos y conseguir nuevas y mejores herramientas?

Nuestros hijos no quieren papás/mamás que no fallen — quieren papás/mamás que tienen la capacidad de reparar con amor, auto responsabilidad y empatía.

Aprender a reparar y dedicarnos a aprender es lo que podemos darle, como señal de amor y respeto, a nuestros hijos y a las demás personas en nuestra vida personal y profesional también.

2 Lo que más importa son los días promedio.

Nuestros hijos van a experimentar días épicos y días malísimos.

Como papás vamos a tratar de crearles la mayor cantidad de días épicos posibles. Vamos a ahorrar para ir a Disney, para los regalos de Navidad, etc.

También vamos a hacer tratar de escudarlos de los días malísimos. Y cuando pasen, como cuando no paran de llorar porque tienen que ir solitos a la escuela por primera vez y no conocen a nadie, vamos a dejar todo tirado para abrazarlos y llevarlos por un helado para que ojalá no se sientan mal ni un segundo más.

Pero la verdad es que la vida de nuestros hijos no está construida por los días más épicos y más malos — está construida por el 99% de los demás días: los días normales.

Es fácil estar presente en los días épicos y es fácil ser de apoyo en los días muy malos, pero lo más importante es estar presente y dar apoyo y amor y entretenimiento y aprendizaje y compañía en los días promedio.

Los días que no hay planes, los días que hay que ir a la escuela y trabajar, los días que están resfriados, los días que está lloviendo sin parar. He aprendido que mi mayor impacto como papá es en esos días. En buscar cómo estar presente y cómo guiar y enseñar y jugar y dar amor en esos días normales — que son casi, casi, todos los días.

En las demás áreas de nuestras vidas es igual. No todos los días van a ser el mejor día en la oficina donde presentamos la idea que nos va a dar el aumento y ascenso; no todos los días podemos llevar a nuestra pareja de viaje, no todos los días van a ser el mejor día de entrenamiento.

Tampoco todos los días van a ser el día que peleamos o metimos la pata en el trabajo o fallamos completamente con la dieta.

Nuestro enfoque no debería de ir únicamente hacia crear días épicos y evitar días malísimos (aunque por supuesto que deberíamos de tratar de crear días épico y evitar los malos) — también tenemos que dedicarle mucho enfoque a subir el promedio de los días normales.

Podemos crear rutinas, hábitos y prácticas que nos hagan ser más presentes como papás los martes en la tarde solo porque sí. Y también podemos crearlos para ser 1% más productivo en el trabajo los días normales o asegurar que vayamos al gimnasio aunque esté lloviendo.

3 Pedir de acuerdo a las habilidades y herramientas de las otras personas

Ser papá/mamá nos obliga, si lo queremos hacer con empatía, a ver la vida desde otro punto de vista: del punto de vista de un humano más pequeño, más puro, con menos experiencia y habilidades.

He aprendido que mi trabajo como papá no es lograr que mi hija actúe correctamente hoy. Mi trabajo es entenderla hoy, su estado hoy, lo que tiene y no tiene hoy y, con empatía y amor, ayudarla de acuerdo a quién es hoy a desarrollarse en una persona que pueda ser lo que quiera ser mañana.

Es común que falle (ver punto 1) en esperar que mi hija actúe como adulta muchas veces. Que actúe como si entendiera cosas que no entienda. Que maneje sus emociones de maneras que todavía no puede.

Es común que muchas de las cosas que espero de ella también son cosas que yo mismo no puedo hacer. Por ejemplo, yo le pido que no se frustre cuando está armando con bloques pero ella me ve a mí frustrarme en el trabajo. Le pido que no pierda la paciencia cuando no consigue lo que quiere pero yo pierdo la paciencia con ella cuando no hace lo que yo quiero.

He aprendido que no le puedo pedir nada que ella no me pueda dar y mucho menos nada que yo no le pueda dar a ella. Para poder hacer eso he aprendido a verla de verdad y entenderla como una persona con sentimientos, retos, miedos, deseos, habilidades, dones y personalidad única.

Eso me ha ayudado a mejorar cómo interactúo con otras personas en mi vida tanto en lo profesional como lo personal.

Mis papás no son "todopoderosos" y no les puedo pedir que sean perfectos porque también son personas con miedos y retos y habilidades diferentes. Tengo que verlos y conocerlos y entenderlos para mejorar nuestra relación.

Funciona igual con mis jefe o las personas a mi cargo. Si les pido cosas sin entenderlos nunca vamos a tener una buena relación y nadie va a prosperar. Nunca los voy a poder guiar o darles valor de la mejor manera posible si no los entiendo como son hoy.

Pero lo más importante es verme, conocerme y entenderme a mí mismo para poder guiarme con empatía y amor según lo que soy hoy. Es clave para ayudarme a construir las herramientas que necesito de la manera que necesito para poder ser la persona que quiero ser mañana.

4 La vida es 100% épica y 100% difícil

Me acuerdo cuando mi hija iba a nacer que me molestaba que la gran mayoría de las interacciones con otros papás "nuevos" giraban alrededor de lo cansado y difícil que era ser papá/mamá.

Yo ya sabía que iba a ser difícil.

¡Lo que no sabía era lo épico que iba a ser!

En 6 años de ser papá he aprendido que difícil no es sinónimo de malo y que épico no es sinónimo de fácil.

Las cosas no tienen que ser fáciles para ser increíbles y ser papá es así. Es agotador, da miedo, da incertidumbre, consume recursos y nunca sabemos si lo estamos haciendo bien o no. Pero todo eso difícil es lo que permite que sea un proceso tan feliz y gratificante y edificador.

Mi hija está en vacaciones de la escuela ¡por 1 mes! y sé que van a ser días difíciles mientras estoy con ella y sigo trabajando y trato de cuidarme a mí mismo y apoyo a mis papás en sus procesos de salud, pero no lo cambiaría por una opción más "fácil" por un segundo.

He tenido otras cosas en la vida que me han enseñado esto hasta cierto punto: ser atleta de selección, algunos trabajos, etc. Pero siempre han sido cosas a las que puedo renunciar si son ponen muy difíciles.

No voy a renunciar nunca a ser el papá de mi hija y no voy a escoger nunca la ruta fácil. Siempre voy a escoger lo difícil y lo épico.

Eso me enseñado a entender otras cosas en mi vida en las que puedo escoger quedarme aunque sea difícil porque es épico: mi salud personal, relaciones épicas, mi misión profesional, mi diseño de vida.

Algo muy importante es que aprendí que no tengo que persistir con cosas solo porque son difíciles y no me quiero rendir. Tengo que poder ver cuando algo es difícil y no genera valor (malas relaciones, malos trabajos, malos hábitos) y salirse de ahí para poder dedicarle la energía a lo difícil y épico.

Lo importante es que aprendí que épico y difícil son una combinación muy valiosa, así que cuando encuentro lo difícil y épico sé qué voy a hacer.

Bonus: Mi energía es el mejor regalo que puedo aportar

Una rápida: puedo escoger tener alta energía o baja energía en cualquier momento de mi vida. Siendo papá he aprendido que nada es más valioso que tener alta energía con mi hija, sus amigos y los hijos de mis amigos.

Es épico agregar un poco de alegría, diversión y sudor a cualquier situación. Ellos se sienten bien, yo me siento bien, todo el mundo gana.

He aprendido que puedo ser una persona de "que ya decidió que va a decir que sí" siempre que algo requiere energía y esfuerzo. No sólo con mi hija, sino también con gente que quiero, en conversaciones con otros y en mi trabajo.

Tomar la decisión de ser esa persona desde antes va a mejorar sus vidas y de las personas que tienen alrededor.

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He aprendido mil cosas más de ser papá y sigo aprendiendo. Ha sido mi mejor regalo.

Sé que siempre voy a fallar pero sigo aprendiendo a reparar mejor. Sigo pensando como subir el nivel de mis días promedio, de ser más empático y de aprender a hacer cosas difíciles que son épicas.

Estoy entusiasmado de seguir dedicándole energía a aprender a ser papá y persona.

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