Para muchos de nosotros, sino es que todos, la meta es tener autonomía: la capacidad de poner nuestras propias reglas y tomar nuestras propias decisiones de dónde estar y qué hacer - ¡sin depender nadie!
Pero ojo, ser autónomo también implica ser 100% responsable de nuestros resultados - ¡sin poder compartir esa responsabilidad con nadie!
Yo creo que la meta debería ser, más bien, tener autogestión: el proceso personal y proactivo mediante el cual generamos una estructura de valores, hábitos, comportamientos y uso de nuestro tiempo para poder cumplir con unas metas y estándares dados, ¡siempre siendo responsables por nuestros propios resultados!
“Autonomía” es nosotros mismos escogiendo, solitos, qué hacer según lo que más nos beneficie, “dependencia” es alguien más diciéndonos qué hacer, y nuestra “autogestión” es la manera en que logramos nuestras metas, independientemente de dónde vengan.
Autonomía sin autogestión es receta para un desastre. No nos serviría tomar nuestras propias decisiones sin una estructura para para gestionar el trabajo que tenemos que hacer para lograr lo que queremos y sin ser responsables por nuestros resultados.
La autogestión nos permite ser épicos y responsables en nuestros trabajos y estudios para verdaderamente aprovechar nuestra autonomía.
No busquemos autonomía sin antes haber desarrollado autogestión.
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