"Our present education is rotten because it teaches us to love success and not what we are doing. The result has become more important than the action." - J. Krishnamurti, The Book of Life
Los resultados de cualquier acción que tomemos, proyecto que lancemos o creación que manifestemos al mundo no dependen de nosotros.
Seamos más específicos para entendernos bien: los resultados de las cosas que hacemos no dependen únicamente de nosotros.
Un resultado, por definición, solo se produce como consecuencia o efecto de tomar una acción. En otras palabras, el resultado existe cuando la acción ya fue tomada y está fuera de nuestras manos.
Nosotros, cómo dueños de la acción, podemos afectar todo el proceso menos el resultado que va a producir.
Una vez que tomamos la acción le entregamos el resultado a algo que es mucho más grande que nosotros — al mundo.
Esta no es una percepción espiritual o esotérica (aunque el acto de crear y aceptar los resultados sí tiene aspectos espirituales), sino que práctica y literalmente el resultado de cualquier cosa que hagamos está a cargo del mundo.
El mundo es combinación de todas las cosas tangibles e intangibles que tienen un efecto sobre lo que creamos: las personas que interactúan con lo que hicimos, las personas que no interactúan con lo que hicimos pero tienen una opinión, las personas que están creando cosas similares al mismo tiempo que nosotros, el contexto temporal, cultural, geográfico y político, el clima, la luz...
...los resultados de nuestras acciones hasta dependen de si una granja de servidores en Asia que controlan mis emails no haya perdido electricidad para que este newsletter llegue a las 7:50am a sus inboxes.
Los resultados dependen de situaciones y contextos que están fuera de nuestro control y de la subjetividad de otras personas que tienen sus propias creencias, historias y emociones — que también están fuera de nuestro control.
Tendemos a creer que los resultados de nuestras acciones y procesos dependen de nosotros, pero no es así. Y esa creencia, que un buen resultado es que somos épicos y un mal resultado es que somos malos, es la principal causa de nuestra falta de confianza en nosotros mismos.
Durante nuestras etapas formativas, las que marcan la manera en que existimos en el mundo, aprendemos a valorar el resultado por encima del proceso. Por más que nos digan que se valora nuestro esfuerzo o la manera en que actuamos, la verdad es que quien entra a la universidad es la persona que se sacó mejor nota, no la persona que se esforzó más.
Desde la escuela y hasta la universidad la manera en que demostramos nuestro valor es con una nota o una puntuación, un resultado al final del periodo durante el cuál llevamos un proceso. Esa nota se obtiene de promediar todas las notas parciales que obtuvimos dentro de ese periodo, o sea que mis peores notas parciales se promedian con mis mejores notas parciales pero en ningún lugar se promedia el esfuerzo o el crecimiento real y humano que obtuvimos.
Terminamos viendo nuestro valor como un promedio final de todas las cosas que sucedieron durante un proceso complejo con alto y bajos y aciertos y desaciertos. Terminamos depositando nuestro valor en un único resultado que representa la totalidad de la información.
Con un promedio no vemos los altos más altos, ni los bajos más bajos, ni lo que aprendimos para subir de lo bajo a lo alto o ni los obstáculos que nos llevaron de lo alto a lo bajo.
Un promedio nos roba nuestra historia y lo que nos hace humanos y nos convierte en un sólo número que generaliza por comodidad y deja por fuera la verdad.
Este tipo de resultados son necesarios en un mundo donde tenemos que manejar cantidades grandes de personas y tratar de ayudarles con pocos recursos. Son necesarios para fiscalizar que las personas correctas estén haciendo trabajos importantes—yo no quiero un doctor que se esfuerce mucho pero termine enfermándome más, por ejemplo.
Pero este tipo de resultados no son una fiel representación de lo que somos o lo que podemos hacer, son sólo una herramienta que hace posible tomar cierto tipo de decisiones de una manera que alguien en algún momento decidió que era eficiente.
Lo más malo de no crear o tener otros sistemas para ver nuestro valor es que este tipo de resultados académicos (como promedios y notas) terminan invadiendo muchísimas otras áreas de nuestras vidas, como nuestro aspecto físico y nuestro éxito profesional, que no se deberían de evaluar así. Son peligrosos porque no reflejan la realidad de procesos complejos y pueden hacer daños irreparables a nuestra identidad y confianza.
En mi trabajo corporativo en Diseño de Vida, productividad, creatividad e innovación tocamos muchísimo este tema: ¿cómo lidio con resultados de los que depende mi trabajo o crecimiento profesional?
Es necesario hacer las paces e interiorizar que la puntuación de una certificación profesional, un resultado de un proceso interno de crecimiento o el resultado de un proyecto de innovación no cuenta la historia completa. No significa que seamos mejores o peores profesionales — eso lo debería de contar el proceso, ¡no es resultado!
Mi valor como persona o profesional se ve en mi esfuerzo en el proceso, mi mentalidad que me permitió hacer cosas nuevas, mi pro-actividad en aprender para superar un resultado parcial negativo, la manera en que cambio el proceso cuando es necesario y cómo enseño a otros cuando el resultado es positivo.
En los procesos académicos aprendimos que no importa si nos esforzamos para lograr pasar de 20% en el primer parcial a un 70% en el final, porque la nota igual no nos da para pasar. Y nos llevamos esas ideas al mundo profesional y personal. De ahí nace nuestra falta de confianza en nuestros procesos: yo tengo ideas, yo pienso, yo trato y aún así sólo se juzga la parte más pequeña de todo el proceso: la final. El promedio. Y no sólo la parte más pequeña sino la parte que está fuera de nuestro control.
Nuestro Diseño de Vida y crecimiento es solo el proceso mediante el cual generamos soluciones para vivir la vida que queremos. Los resultados de esos procesos no definen el valor de nuestra vida ni el crecimiento obtenido en el proceso.
Habiendo dicho eso, difícilmente podemos movernos por el mundo sin obtener algún tipo de resultado que nos avance hacia donde tenemos que ir.
Tenemos dos realidades contrastantes con las que tenemos que lidiar, y eso es difícil. Por un lado es una realidad que nuestro valor y crecimiento no se define por los resultados de ese proceso y por el otro lado es una realidad, también, que los resultados que obtenemos nos llevan donde queremos ir.
¿Qué es más importante, entonces, el proceso u obtener resultados?
¡Los dos!
No hay resultados sin procesos y como los resultados no dependen de nosotros sino que dependen del mundo tenemos que constantemente sacar al mundo nuestras acciones, proyectos e ideas para poder ver los resultados que generan.
Y no es que los resultados no importan, por supuesto que sí importan, pero importan como una herramienta para aprender cómo funciona el mundo. Los resultados nos permiten aprender cuáles cosas sirve y cuáles no y tratar de mejorar el proceso para lograr direccionarnos hacia los resultados que queremos.
Lo importante es entender que los resultados no definen nuestro valor, solo definen cómo el mundo externo recibe ese valor que le presentamos.
Obtener un resultado que nos avanza a la vida que queremos vivir no se logra tomando una acción o lanzando un proyecto, ¡se logra lanzando muchos!
No podemos ver nuestros resultados como solo una instancia en el tiempo sino como un acumulado de los procesos creativos y de los resultados que llevaron a ese.
Un buen resultado obtenido hoy se gestionó de ideas, acciones o proyectos que ejecuté ayer que no necesariamente tuvieron un buen resultado.
De la misma manera, el buen resultado de hoy va a aportar a la ejecución de una idea mañana que va a tener un mal resultado.
No es justo para mi proceso como humano, en un mundo donde la mayoría de cosas no dependen de mí, juzgar un resultado parcial por sí solo y no como conjunto.
Nuestra vida es un conjunto de acciones que producen un conjunto de resultados, no se define por 1 resultado en 1 momento de nuestra vida.
La meta no es tener resultados exitosos siempre, eso es imposible. La meta es lograr crear procesos de los cuáles podamos extraer el valor que queremos extraer de nuestra vida — y no el valor subjetivo de un resultado parcial, un promedio o la expectativa de otras personas porque, todo eso, está fuera de nuestro control.
Lo que hace posible ese conjunto de resultados que llamamos vida, sean cuales sean, es nuestro proceso de acciones.
“Life itself doesn’t care at all about results – the only thing it craves is the process. Learn to love the process and let whatever happens next happen, without fussing too much about it. Work like a monk, or a mule, or some other representative metaphor for diligence. Love the work. Destiny will do what it wants with you, regardless.” – Elizabeth Gilbert
Tomemos control de nuestros procesos y acciones hoy y lancemos los resultados al mundo para poder recibir nuestro resultado.
Puede ser que a otros nos les guste nuestro resultados, pero que sean valiosos para nosotros. Puede ser que alguien nos evalúe de acuerdo a una métrica arbitraria que está fuera de nuestro control pero que el proceso haya sido el más valioso del mundo. Puede ser que tengamos resultados increíbles a simple vista pero que no nos satisfajeron como queríamos.
Sin importar si el resultado es "bueno" o "malo", el próximo paso es agregarlo al conjunto de resultados pasados y entender que lo único que importa es lo que hacemos con eso para mañana y que eso es lo único que podemos pedir de nuestra vida.
"Si yo me hubiera retirado sin ganar ningún campeonato no lo vería como un fracaso. El no haber ganado sería el mundo diciéndome que tengo que mejorar en diferentes áreas de mi vida. Yo puedo tomar la decisión mejorar en esas áreas para mi vida después de retirarme del basketball en negocios o filantropía. Si no lo hago, sí lo vería como un fracaso. El único fracaso sería saber que tengo huecos en mi proceso y decidir no hacer nada al respecto mañana." — Kobe Bryant
Y sí, pase lo que pase, con el resultado que sea, tenemos que volver a tomar acción mañana.
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