"The universe doesn't give a f_ck about you." — Dr. James Doty
Nunca me había resonado "pedirle al universo" la vida que quería.
Me gustan las cosas lógicas, que tienen explicación, que puedo explicar, analizar y repetir. Creo que por eso me gustó tanto física y mate en el cole y terminé estudiando ingeniería: si uno va a armar una casa, hay una fórmula para construir las columnas y asegurar que no se cayera.
¿Así se tenía que poder vivir la vida verdad? De fijo hay una fórmula para construir las bases de una vida para asegurar que sea épica. O bueno, eso es lo que nos dicen, que hay una fórmula.
A mis 28 años me comencé a dar cuenta de que no.
O sea, sí nos dan una "fórmula de vida" pero no asegura que el resultado de mi vida va a ser épica de la misma manera en que la fórmula de ingeniería sí asegura que la casa no se va a caer.
Una fórmula, por definición, es una generalización y estandarización. Con una fórmula, siempre voy a usar los mismos factores y siempre voy a tener el mismo resultado. La fórmula nos obliga a querer certeza y uniformidad, o generalización, de resultados. Por eso funcionan tan bien para construir casas.
Nuestras vidas no son así. Somos personas diferentes, con factores diferentes que queremos un resultado diferente.
La fórmula lógica que nos dan nada más no funciona para todo el mundo para vivir la vida que queremos. Las fórmulas exactas no nos llevan a vivir una vida épica porque la vida es fluida y cambiante e hiper-personal.
Entonces a los 28 años decidí desechar todo lo que sabía de cómo vivir mi vida y comencé a estudiar y aprender diferentes conceptos. Comencé, por mi cerebro racional, con conceptos científicos: "behavioral economics", "mindset", etc. Estas cosas están muy estudiadas científicamente y hacían mucho sentido con las creencias que ya tenía.
Pero también comencé — escépticamente, debo admitir — a explorar otras corrientes de pensamiento sobre cómo vivir. Conecté con mi fe, estudié otras religiones, filosofías, meditación, etc.
Me comencé a dar cuenta, muy poco a poco, que hay un mundo de valor en las cosas que no tienen una explicación científica nítida y ordenada porque nuestra vida muchas veces no es nítida y ordenada.
Pero nada más nunca lo logré con la idea de "manifestación".
Siempre lo asocié a "pedirle al universo" y esperar a que el universo me diera lo que yo quería. Lo sentía demasiado etéreo, hippie, demasiado desconectado de la vida real.
Un día me encontré el trabajo de investigación del Dr. James Doty que enmarca manifestar como enseñarle al cerebro cómo buscar lo que queremos para nuestra vida.
Una explicación científica sobre el poder de imaginarnos la vida que queremos y manifestarla — ahora sí estamos hablando.
"Manifestar no es magia. Es neurociencia", dice Dr. Doty que es profesor clínico de neurocirugía en la Universidad de Stanford y fundador y director del Centro de Investigación y Educación en Compasión y Altruismo.
Según el Dr. Doty, manifestar implica “incrustar” tu intención en tu cerebro ('embed your intention in your brain', en inglés). Lo que queremos es enseñarlo a nuestro cerebro que hay ciertas cosas que son tan importantes que tiene que ayudarnos a lograrlas.
Sigue sonando a magia, pero no es.
Nuestro cerebro tiene un "modo de operación" que se llama el "Task-Positive Network (TPN)" en el que un sistema de neuronas se dedica a usar todos los recursos a encontrar soluciones a problemas y priorizar actividades que considera importantes. Este modo hace que nuestro cerebro analice el entorno buscando "pistas", herramientas y oportunidades que nos acerquen a lo que es más importante para nosotros — nuestras metas — y deja pasar todo lo demás.
Tiene lógica — es un mecanismo de supervivencia y reproducción.
Todos lo hemos experimentado. Hace el ruido más espantoso en un concierto e igual podemos escuchar nuestro nombre — nuestro nombre es importantísimo entonces estamos siempre alertas a escucharlo. O cuando creemos que nuestros celulares nos escuchan porque despues de una conversación de un tema con nuestros amigos comenzamos a ver anuncios de esa cosa por todo lado.
Sidenote: yo uso este video en mis clases de la U. Es impresionante. 9 de cada 10 personas no ven el gorila. Cuando le damos algo muy importante a nuestro cerebro, puede ignorar todo lo demás.
Cuando no estamos usando el Task-Positive Network estamos operando en el "Default Mode Network (DMN)" que se encarga de pensamientos vagos, reflexiones internas, autocrítica y no de acciones o análisis concreto. En este estado no estamos buscando oportunidades para lograr nuestras metas, estamos desenfocados.
OJO: El Default Mode Network también es importante — pero para otras cosas. Escribí de eso aquí: El superpoder de admirarnos a nosotros mismos (y cómo lograrlo).
Nos conviene usar más nuestro Task-Positive Network y lo logramos cuando se repite y visualiza una intención con frecuencia se "incrusta" y se hace importante.
Eso es "manifestar": de una manera muy práctica y científica decirle a nuestro cerebro cuál información filtrar, cuál analizar más detalladamente y donde dirigir nuestra atención.
Diseño de Vida se basa en definir las cosas que son más importantes y prioritarias para la vida que queremos vivir — nuestros pilares.
Como vimos, definir lo que es más importante para nosotros es lo que activa nuestro Task-Positive Network y le da una misión clara: buscar las oportunidades para maximizar esas cosas.
En lugar de desenfocarnos entre "deseos" cambiantes, metas que no tienen mucho significado o que no queremos realmente — con un Diseño de Vida claro podemos enfocar neurológicamente nuestra energía y recursos en lo que es realmente importante y dejar de lado lo que no es.
"Clarity about what matters provides clarity about what does not." — Cal Newport
Lo más importante de la manifestación de acuerdo al Dr. Doty es que debe de ser un hábito. "Incrustar" una intención para que nuestro cerebro la considere como importante requiere de repetición, tiempo, paciencia y calma. Doty recomienda escribir y visualizar nuestras intenciones a diario y de ser posible, varias veces al día.
Nuestro Diseño de Vida no sólo nos pone a analizar profundamente lo que es más importante para nosotros, sino que nos permite tener las palabras, conceptos y planes que podemos escribir si queremos hacer journaling o que podemos compartir con otras personas y/o familia — permitiéndonos reforzar la importancia en nuestro cerebro.
El mejor tip de Diseño de Vida que les puedo dar es hacer revisión frecuente de nuestras acciones hacia esos pilares que definimos. Yo, por ejemplo, la hago cada 15 días con mi "socio épico" Macho y — pase lo que pase — ya sé que estoy reforzando mis prioridades varias veces al mes y dándole más fuerza a la "manifestación científica".
Como Manifestar nuestro Diseño de Vida científicamente
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Ninguna versión de "manifestación" está atada a un marco temporal. O sea, no sabemos cuándo se van a materializar las cosas que queremos.
Eso nos cuesta, no nos gusta no saber. No nos gusta pensar que podemos esforzarnos por algo que tiene posibilidad de no pasar — pero no hay escapatoria.
La única manera de manifestar y crear la vida que queremos es vivir siendo optimista: tener claridad sobre lo que tenemos que hacer para vivir cómo queremos, tener fe de que podemos cambiarlo si nos damos cuenta que nos estamos desviando y saber que, si no sale exactamente como queríamos, tenemos la oportunidad de seguir porque la meta no es el logro, es vivir días épicos.
A esto el Dr. Doty lo llama Dispositional Optimism: tener una fe profunda en las posibilidades, sin importar las circunstancias actuales.
Un ejemplo épico de Dispositional Optimismo son los estudios que se hicieron a prisioneros de guerra durante Vietnam. Los soldados que sobrevivieron en cautiverio durante años dijeron que lo que los mantuvo vivos fue no esperar que todo acabara rápido o en un tiempo definido. Más bien, tenían una fe profunda de que algún día saldrían, sin importar cuánto tiempo llevara.
Esa paciencia optimista es clave en nuestra manifestación.
A mi "yo racional" le encanta saber que nuestro cerebro es una supercomputadora que es tan pero tan épica que puede enfocarse en resolver los problemas más importantes que tenemos. Trabaja en el "background" buscando maximizar lo que es más importante sin que nos tengamos ni que dar cuenta. Nuestro cerebro puede ver cosas que no veíamos antes y que otras personas no ven del todo porque está enfocado en lo que es importante para nosotros, no para los demás.
Pero tenemos que entrenarlo para que lo haga. Eso es manifestar.
La épica noticia es que entrenar a nuestro cerebro es sencillo.
¡No es fácil! Toma tiempo, ganas y fe crear el hábito — pero es sencillo. Escribir lo que es más importante para la vida que queremos (nosotros, no nadie más), leerlo en vos alta, visualizarnos lográndolo y repetir.
Sobre todo, tener fe de que va a pasar. Eso es algo que al Juan de hace 10 años le hubiera costado demasiado tener — "es muy hippie", hubiera dicho — pero que al Juan de hoy le sale natural.
Yo pienso en mi diseño de vida todos los días. Escribo sobre Diseño de Vida todas las semanas, evalúo mis Diseño de Vida frecuentemente y puedo ver los resultados de esa manifestación.
Me he ido acercando a mi Diseño de Vida cada vez más, donde me salen oportunidades "de la nada" y me cuesta racionalizarlo, donde cada vez es más fácil decidir en que usar mi tiempo, energía y recursos y donde me siento más feliz, satisfecho y en paz.
Manifestar suena hippie, pero en realidad entrenar a nuestro cerebro a buscar un norte y darnos paz en saber que las acciones y decisiones que estamos tomando están bien.
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