Mi hija, Antonia, cumple 7 años en 1 mes. ¡Es increíble verla crecer! Ver cómo se va desarrollando en una humanita increíble con su personalidad y hasta se va independizando.
¡Pero también es triste! Es triste que ya no sea bebé, y ya no sea toddler y saber que eso significa que ya no va a ser niña y después no va a ser adolescente. Es raro, como que uno se acostumbra a que sea de una manera y verla cambiar se siente — ¿triste? Casi como que hay un luto.
También es triste porque cambia mi rol de papá. Ya no soy la figura en la que ella se apoya para todo. Ahora solo para algunas cosas y cada vez menos cosas — o tal vez no menos, pero diferentes.
He estado pensando mucho en el cambio en ese aspecto tan importante de mi vida para aprender a llevarlo mejor.
En mi investigación me encontré un ensayo de Freud titulado "On Transcience" en el que habla específicamente sobre cómo lidiar con el cambio.
"Limitation in the possibility of an enjoyment raises the value of the enjoyment. A flower that blossoms only for a single night does not seem to us on that account less lovely." — Sigmund Freud, On Transcience
¡La experiencia papa+hija es tan increíble, intensa y épica justamente porque es transitoria!
La relación está definida por el cambio porque no soy el papá de la misma hija mientras crece; soy el papá de las diferentes versiones de una persona que va evolucionando. De la misma manera Antonia no es la hija del mismo papá, es la hija de las diferentes versiones de un papá que va evolucionando.
Tratar de aferrarme a una versión de papa & hija solo me va a limitar mi felicidad, pero si entiendo que el hecho de que cada etapa es limitada en el tiempo puedo ser más feliz en cada etapa y también ser feliz por las etapas pasadas y las que vienen.
De la misma manera podríamos ver nuestra carrera así, nuestra relación de pareja y nuestra salud.
Sí, podemos añorar por las cosas que están cambiando, que están transicionando, pero aferrémonos a que esa impermanencia (Anitya en budismo) es lo que hace esas cosas sean más épicas.
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