Fui profe universitario muchos años. Me encantaba.
Impartía un curso que yo había diseñado llamado Creatividad & Innovación que tenían que llevar todas las carreras de la U que era enfocada en negocios. Mi teoría es que enseñar a ser creativos e innovar es realmente enseñar a pensar, como casi todo en la vida. Entonces armé un curso en el que íbamos a “aprender a pensar”.
Los primeros 5 minutos de la primera clase marcaban el tono para el resto del cuatrimestre con esta pregunta:
¿Por qué están aquí?
¿Por qué están aquí sentados en esa silla a las 8am? ¿Cuál es la razón por la que se levantaron de la cama, se bañaron (ojalá) y viajaron hasta este aula para estar en esta clase? ¿Por qué decidieron dedicar los próximos 4 años de su vida a esto?
El objetivo de esa pregunta es introducir el concepto de pensar desde Primeros Principios (First Principles Thinking): crear ideas y conceptos desde cero, sin aceptar lo que toda la vida nos han dicho que son, pero también tenía el objetivo de que comenzaran a pensar más en sus vidas a una edad donde están tomando decisiones importantes.
Con la excepción de algunos estudiantes, las respuestas eran alguna variación de:
“Quiero tener un título para poder conseguir un trabajo.”
“Quiero poder conseguir un buen trabajo.”
Etc, etc, etc.
No hay respuesta buena o mala para esa pregunta, pero después de algunos años trabajando con estudiantes yo ya sabía cuáles iban a ser las respuestas y había preparado la segunda pregunta para realmente ponernos a pensar:
¿Por qué quieren un trabajo?…
…
Después de un silencio incómodo, siempre había una persona que decidía quebrar el silencio con una respuesta que se repetía, casi idénticamente, todas las veces:
“Profe, obvio, necesitamos un trabajo para poder vivir.”
No.
Mi hija no tiene un trabajo y cuando me regañó hoy en la mañana porque los pancakes no quedaron como a ella le gustan la sentí MUY viva.
Mi mamá no tiene un trabajo y ayer cuando nos cocinó un pastel de plátano y le enseñó a mi hija a cocer estaba super viva.
Hay muchas personas que viven sin trabajo. Algunos de ellos viven vidas de mayor o menor calidad (según lo que nosotros definamos como una “vida de calidad”), pero están vivos.
Tener un trabajo no es requisito para vivir.
Tener un trabajo no es obligatorio.
De hecho, tener un trabajo y trabajar no son lo mismo.
La tercera pregunta de mi clase era la que nos ayudaba a comenzar a aterrizar la idea:
“¿Cómo es la vida que quieren vivir y qué necesitan para poder vivirla?”
Yo podría querer vivir en una montaña, sin electricidad, con una huerta y ser feliz. ¿Necesito un trabajo para eso?
Podría querer vivir en una casa de lujo, poder tener a mis hijos en las mejores escuelas y comprarme un barco. ¿Necesito un trabajo para eso? ¿Qué tipo de trabajo?
El concepto de “trabajo” comienza a tener un montón de valor cuando pasamos de verlo como un requisito a verlo como una herramienta que tenemos a nuestra disposición para apoyar las cosas que son más importantes para nosotros dentro de la vida que queremos vivir
Ryan Holiday, el famosísimo autor de The Obstacle is The Way, The Daily Stoic, Ego is The Enemy, etc. dejó un trabajo en Hollywood con el que había soñado toda la vida para hacerse asistente de un autor y no ganar casi nada mientras comenzaba una carrera de nuevo.
“¿Por qué dejó una carrera con muchísimo futuro en Hollywood para convertirse en un simple asistente?”, le preguntaron.
“Vi a la gente que estaba 5-10 años adelante de mí en Hollywood y me di cuenta que pasaban sus días haciendo cosas que yo no quería hacer nunca. Miles de reuniones, estrés, mintiendo, sacrificando tiempo con sus familias. En cambio, este autor que conocía me contó que pasaba todos sus días leyendo, investigando, pensando y jugando con sus hijos. Esa era la vida que yo quería. Iba a ganar menos, tener menos prestigio, pero iba a pasar los días viviendo como quería.”
Nuestro trabajo nos puede acercar a — o alejar de — la vida que queremos vivir.
Si mis estudiantes terminan escogiendo un trabajo sólo porque es el próximo paso que “les toca”, podrían encontrarse viviendo una vida que no querían vivir.
El primer paso, entonces, para escoger la “herramienta” de trabajo que más nos va a hacer felices es definir nuestro Diseño de Vida: quiénes somos nosotros como personas, qué queremos, qué no queremos, qué son las cosas más importantes para nuestra vida en general, cuál es la vida que queremos vivir y cuál es la que no.
El problema aquí es que la mayoría de nosotros construimos nuestra vida alrededor de nuestro trabajo y después tenemos que satisfacernos con la vida que ese trabajo nos permite vivir — nos guste o no.
¡No es nuestra culpa! En el colegio no nos preguntan qué tipo de vida queremos vivir — nos preguntan qué trabajo queremos tener.
¡Pero sí es nuestra responsabilidad! Muy poca gente hace lo que hizo Ryan Holiday — entender la vida que queremos vivir y tomar decisiones sobre el trabajo que nos acerca a esa vida.
Durante 8 años dirigí una incubadora de startups en la que llevaba a emprendedores por el proceso de idear su startup y desarrollarla. En esos procesos de trabajo diario con cientos de personas me di cuenta de algo increíble:
La actitud hacia lo que tenían que hacer para crear su startup era apática. No avanzaban. No mostraban esfuerzo. Terminaban abandonando el programa en el momento que conseguían un trabajo asalariado.
¡La gran mayoría de emprendedores con los que trabajé no querían emprender! Y aún así decidieron dejar sus trabajos o cambiar su rumbo para tomar el riesgo de emprender.
Ellos creían que sí querían ser emprendedores, pero realmente no querían vivir la vida de crear un negocio desde cero, con todo lo que involucraba.
Me di cuenta, después de muchísimas conversaciones con ellos, que lo que realmente estaban buscando era libertad, no tener que cumplir un horario o escaparse de un trabajo que no los satisfacía. No querían para nada la incertidumbre de no tener un salario fijo, de ser los responsables por decidir qué había que hacer y cuando, de aprender las cosas difíciles que requiere emprender y — sobre todo — no querían la realidad de probablemente tener menos tiempo “libre” que cuando estaban en trabajo asalariado.
No es mejor emprender que tener un trabajo asalariado, solo son procesos de vida diferentes que generan resultados diferentes. Tener un trabajo asalariado que no nos satisface es igual de mal camino que emprender por las razones equivocadas.
“Knowing what you don’t want has more power than knowing what you do want. But knowing both has the most power.” — Robert Greene
La buena noticia es que hay muchos tipos de trabajo que permiten diferentes estilos de vida y tienen diferentes ventajas y desventajas. Si tenemos claro nuestro Diseño de Vida podemos activamente buscar el que más nos beneficia.
No estamos obligados a tener trabajos con salarios altos, ni trabajos con libertad de horario, ni trabajo que satisfagan al alma — ni siquiera estamos obligados a trabajar.
Pero si queremos, como meta, llegar a vivir la vida que decidimos que queremos vivir, si estamos obligados (por nosotros mismos) a no escoger trabajos que nos alejen de eso.
En abril de 2023 hice una encuesta en mi Instagram sobre el valor que la gente recibe de su trabajo. La contestaron 175 personas y estos fueron los resultados:
Para exactamente el 50% de las personas su trabajo les genera poco valor para sus vidas.
Yo quiero que esto cambie. Que podamos aprender lo que significa trabajar desde el colegio y que, aún cuando tengamos 40 o 50 años podamos escoger trabajos que cambien nuestra vida a la que realmente queremos vivir.
Pero si queremos que nuestros trabajos nos generen valor, que nos acerquen a nuestros diseño de vida, no lo vamos a lograr esperando.
Por más que esperemos la vida no nos va a dar mágicamente el trabajo que nos da la libertad que queremos, los ingresos que buscamos y el éxito personal/profesional que nos va a satisfacer.
Solo lo vamos a sentir valor por nuestro trabajo si logramos entender, con claridad, la vida que queremos vivir y escogemos el trabajo que sea una herramienta para lograrlo.
¿Es fácil? No.
¿Se puede? Por supuesto que sí.
Cambiar de trabajo es difícil si seguimos viendo la vida como algo que resulta del trabajo que tenemos. En ese caso cambiar de trabajo da miedo, porque no sabemos con certeza la vida que nos va a generar.
Si, en cambio, pensamos que nuestra meta no es un trabajo sino cumplir nuestra definición de Diseño de Vida, entonces — tal vez — cambiar de trabajo se sienta tan lógico y tan natural y tan alineado que lo hagamos felices. No necesariamente sin miedo, pero felices.
A los 28 años yo decidí no ser Ingeniero Civil aunque tenía todo el miedo del mundo. Decepcioné a mis papás en el momento, mis amigos (que todos odiaban sus trabajos) me dijeron que estaba loco — hasta yo mismo me cuestionaba todos los días de mi vida si estaba tomando la decisión correcta.
Yo vi mi vida futura reflejada en muchas personas de 40, 50, 60 años que tenía alrededor y lo odié. Me vi teniendo las cosas que nos dicen que tenemos que tener pero odiando cada segundo de lo que tenía que hacer para tenerlas. Y un día, con mucho miedo, sin saber si iba a quedar mejor o peor, decidí construir la vida que si quería. No les voy a decir que tenía clara la vida que quería, pero tenía claro que quería dedicarme a diseñarla.
No sé si alguien quisiera tener la vida y el trabajo que he tenido los últimos 15 años, con las ventajas y desventajas que he tenido como resultado, pero yo no los cambio por nada en el mundo.
¡Pero así tiene ser! Nadie debería de querer mi vida, por más bueno o mala o regular que se vea, porque no está diseñada para nadie más que para mí.
La meta siempre es que la claridad en nuestro Diseño de Vida, no las creencias y tradiciones de otras personas, defina los procesos y herramientas que escogemos para vivir, desde nuestros hábitos y las personas con que escogemos vivir hasta el trabajo que escogemos tener.
“The only real test of intelligence is if you get what you want out of life.” — Naval Ravikant
No estamos obligados a trabajar. Ni a tener buena salud, ni a crecer, ni a tener buenas relaciones.
Nadie nos va a obligar a vivir la vida que queremos vivir, pero tampoco nos pueden obligar a vivir vidas que no queremos.
Lo que sí tenemos es el derecho de diseñar nuestra vida y decidir escoger el trabajo, los hábitos y las relaciones que nos van a permitir vivirla.
Cero spam. Sólo mis mejores ideas y de vez en cuando anuncio de productos épicos diseñados para ayudarles a diseñar sus vidas y/o mejorar sus habilidades de negocios.