La mayoría de nosotros tomamos decisiones con lo que percibimos en el momento de los resultados que estamos consiguiendo.
Eso es cierto aún cuando sabemos que los resultados que realmente queremos son para algún momento en el futuro y no para hoy.
Hay una brecha entre el análisis racional y el análisis práctico del día a día de nuestros hábitos. Sobre todo los nuevos.
De hecho, en 5 años de ser dueño y coach de un gimnasio de CrossFit aprendí que aunque racionalmente sabemos que las cosas toman tiempo, si no vemos unos resultados “esperados” en un plazo de tiempo “esperado”(por lo general en un gimnasio es 1 mes), renunciamos al hábito.
A veces en busca de otro hábito que nos dé la percepción de mejores resultados, a veces lo abandonamos totalmente.
Pasa lo mismo con emprendedores que no tienen el éxito que esperaban en el tiempo que lo esperaban y con gente que quiere hacer contenido, y con gente que quiere leer, y con gente que madrugar, y con gente que quiere correr…..y con todo.
“CrossFit no me sirvió” generalmente lo dice gente que estuvo 1 mes.
“No soy productivo en la madrugada” en el 99% de los casos es una afirmación que viene de personas que han madrugado 3 veces en 20 años, y porque los obligaron.
Si sabemos que las cosas toman tiempo, ¿por qué abandonamos los hábitos antes de tiempo?
En todos los casos, tiene que ver como analizamos la “ganancia” esperada del cambio de hábito que estamos haciendo.
Como dijimos, la mayoría de la gente sabe racionalmente que va a tomar tiempo, pero los cambios de hábitos no son un tema racional — son sorprendentemente emocionales.
Emocionalmente sentimos que aunque la meta total tomará tiempo, sí vamos a ver resultados en el muy corto plazo y si no los vemos (o sentimos) es porque estamos haciendo algo mal. O que esto no es para nosotros, o que el método no nos funciona o que no tenemos la habilidad.
¿Por qué voy a seguir haciendo algo que se siente o parece que no está funcionando? No tienen lógica.
Los seres humanos estamos hechos (gracias a temas evolutivos y primales) para siempre buscar el camino más eficiente — ya sea física, psicológica o emocionalmente.
Un “hábito” por definición es algo que podemos hacer constantemente y casi involuntariamente, o sea, estamos diseñados para tener hábitos — es un uso super eficiente de nuestra energía. Nuestros hábitos actuales, sean buenos o males, son eficientes. Son eficientes porque requieren poco pensamiento, no nos producen emociones complicadas (por lo menos en el momento) y los hemos justificado por años psicológicamente.
De ahí que cambiar un hábito tenga un costo tan grande: estamos pasando de hacer algo que ya es eficiente para nosotros preferimos hacer a algo que requiere mucho esfuerzo.
Por otro lado, el cambio de hábitos tiene un costo en cuanto a los resultados que percibimos.
Por ejemplo, si comienzan a hacer una dieta Keto sus nutricionistas les van a decir que la primera semana o dos se van a sentir mal mientras su cuerpo hace el cambio. Al 4to día de sentirse mal, van a querer abandonar el hábito porque, después de todo, ¿el punto no es sentirse bien?
Y ahí es donde abandonamos el cambio.
La primera semana de ir al gimnasio se va a sentir adolorido. Comenzar a madrugar significa sentirse cansado. Comenzar a hacer journaling implica a lidiar con sentimientos difíciles. Comenzar a leer implica, para muchos, sentirse tontos de no poder leer más de 2 páginas sin tener que volver a comenzar.
Esa diferencia entre los resultados esperados y los resultados reales es el costo de cambiar de hábitos, y como ya vimos, nuestro cerebro no quiere costos — quiere que todo sea lo más fácil posible.
Lo bueno es que el costo de cambio de hábitos es como una inversión: lo recuperamos en un período de tiempo y después comenzamos a ganar.
Si no entendemos ese costo real de cambiar nuestros hábitos los vamos a abandonar apenas lo sintamos.
Mantener un cambio de hábitos no es un tema sólo de lógica — ya eso lo establecimos. Mantener un cambio de hábitos es un tema de entender cómo funciona el cambio que queremos hacer junto con los costos y resultados reales y casi que tener “fe” de que va a funcionar.
¿Por qué “fe”? Porque si estamos usando recursos y estamos haciendo cosas difíciles porque cosas que no podemos sentir o ver en el momento, necesitamos “fe” para seguirlo haciendo. Para mucha gente justo eso también, hace que sea difícil mantener un cambio, ¿cómo voy a tener “fe” de algo que yo nunca he podido hacer?
Lo bueno es que hay otra manera que no quiere de fe: crear hábitos basados en identidad, un sistema desarrollado por James Clear.
Gran parte de lo que hace que sea difícil lidiar con el costo real de cambiar un hábito es nuestra identidad: “claro que se siente feo o es difícil, yo no soy el tipo de persona que puede hacer este tipo de cosas”.
Cuando nuestra identidad choca contra lo que estamos sintiendo, vamos a querer parar.
Clear, entendiendo esto, nos dice que más bien podemos usar nuestra identidad a nuestro favor porque cada acción que hacemos es un voto a favor o en contra de nuestra identidad. Cada día que hagamos el hábito aunque se sienta mal estamos “votando a favor” de la identidad que queremos tener.
Y así estructuramos el cambio de hábitos no en un tema de “fe”, sino en un sistema de resultados tangibles que sí podemos sentir en el momento: por más feo que se sienta o por más escondido esté el progreso, si realizo el hábito estoy mejorando porque estoy agregando un “voto” a la identidad de la persona que quiero ser.
Como resumen: si sólo nos ponemos metas numéricas va a ser más difícil mantener el cambio de hábito.
Como ya establecimos, por más racionalmente que podamos entender el plazo de lograr una meta, emocionalmente en el día a día la historia que nos contamos es otra. Cada día que no lleguemos al “número” que establecimos como meta es un día más que “fallamos”.
Y si, además, estamos pagando o sintiendo un costo de cambiar el hábito, ¿tiene lógica seguir pagándolo para seguir fallando? No. Sólo estamos “invirtiendo para perder”.
Diseñar un cambio de hábito que incluya “identidad” revierte el sentimiento de “invertir para perder” porque cada vez que hacemos el hábito, sin importar el costo, estamos ganando. Ganar no es número o un sentimiento, es apoyar la creación de nuestra identidad que, a la vez, nos da confianza en seguir haciendo el hábito.
Vamos a madrugar no porque se siente bien sino porque somos madrugadores, y somos madrugadores porque ayer madrugamos, no porque se siente bien.
Y entre más tiempo podamos mantenerlo menos vamos a sentir el costo y más probabilidad vamos a tener de llegar a ver los resultados.
“What you get by achieving your goals is not as important as what you become by achieving your goals.” — Henry David Thoreau
#1. 1 > 0: diseñe hábitos que tengan la menor fricción posible.
🚫 Correr 5km 3 días por semana.
✅ Caminar o correr 5mins todos los días.
🚫 Sólo voy a comer lechuga y pollo hervido.
✅ Voy a comer 600g de verduras todos los días.
Eso no significa que sólo va a correr 5mins todos los días, pero los días que no tenga tiempo o ganas, o los dos, con 5mins de correr va a poder darle un “voto a favor” a su identidad de corredor y eso va a hacer más fácil mantener el hábito al día siguiente.
#2. Metas: diseñe hábitos cuya meta sea acumular una cantidad de acciones y no que esté enfocado en un resultado.
🚫 Voy a perder 10kgs.
✅ Voy a moverme por lo menos 5mins todos los días por 30 días.
🚫 Voy a tener 10k seguidores en redes sociales.
✅ Voy a postear una idea en IG todos los lunes, sin falta, por 10 lunes seguidos.
Esto cambia el sentimiento de “invertir para perder” y de “tener fe” a “invertir para ganar” y poder sentir el resultado en el momento.
Así si pierde 1kg o llega a 4k seguidores, igual va a sentir que ganó y va a poder mantener el hábito más tiempo que le va a aumentar la probabilidad de llegar al número que quería.
#3. Retos: ponerse retos y hacerlos públicos (o con “supervisores”) ayuda a hacerlo aunque sintamos un costo alto porque el costo de no hacerlo y quedarle mal a mis supervisores o audiencia es mucho más grande.
🚫 Voy a perder 10kgs.
✅ Voy a hacer un reto de dar 10,000 pasos todos los días sin fallar por 1 mes.
Por eso es que retos como 75 Hard son tan populares. Funcionan. Pero también es importante construir el sistema de identidad y diseñar metas a largo plazo, porque ¿qué voy a hacer cuando el reto se acabe?
“Querer” cambiar no nos ayuda a cambiar. Tampoco tiene nada que ver con ser vagos, o inútiles, o diferentes.
Hay muchos aspectos evolutivos emocionales, psicológicos y físicos en juegos pero si podemos entenderlos podemos diseñar nuestros procesos de cambios de hábitos de manera proactiva.
Entiendan los costos, asegúrense de trabajar en su identidad y ¡vámonos!
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