Ningún plan sobrevive la vida real

October 6, 2024

Yo estudié años y años para ser ingeniero civil y después, para la decepción de mis papás, decidí no ser ingeniero.

¡Pero no todo estaba perdido!

Durante el ratito que sí fui ingeniero aprendí una de las cosas más valiosas que he aprendido en mi vida.

Mientras todavía estaba en la U tenía un trabajo de ingeniero de inspección en una empresa de arquitectura y construcción. Todos los días iba a edificios en construcción con los planos arquitectónicos y recorría todo el edificio asegurando que todo se estuviera haciendo "de acuerdo a planos".

Todos mis días de ingeniero comenzaban con una reunión con todas los equipos de la construcción: ingenieros estructurales, mecánicos, arquitectos, administración, etc.

En esa reunión se extendían todos los planos y se revisaban los cambios que se hubieran hecho. Los planos estaban marcados con lapiceros y marcadores y algunos estaban tan manipulados que parecían que se iban a deshacer.

Para un novato como yo fue rarísimo ver que alguien pudiera nada más rayar un plano. O sea, en la U nos habían enseñado que el plano era la ley.

Uno aplica todo lo que le enseñaron en la U, verifica que todo vaya a salir bien, dura meses armando los planos y un ingeniero los firma. Esa firma significa que apadrina lo que está ahí.

Si pasamos tanto tiempo y con tantas mentes brillantes creando los planos, ¿no deberíamos de respetarlos al pie de la letra?

No.

Todos los días cada equipo de ingeniería veía un cambio que había que hacer y todos los días había que cambiar los planos.

Me di cuenta, en esas reuniones de ese primer trabajo como ingeniero que el 10% del trabajo de un ingeniero/arquitecto es hacer los planos y el 90% del trabajo es estudiar la realidad y gestionar los cambios del día a día para asegurar que la construcción termine siendo lo más fiel a la visión de los dueños y segura.

Aunque no terminé siendo ingeniero mi mayor aprendizaje de vida lo aprendí en mi formación para serlo:

Mi trabajo de "escritorio" — el de sentarme a planificar usando todas las buenas técnicas y tácticas y fórmulas y procedimientos con todo mi intelecto y habilidad — es solo el primer pedacito de todo lo que falta por hacer. Tengo que estar preparado para lidiar con los cambios que van a salir en la vida real porque ese es el trabajo de verdad.

Mike Tyson famosamente dijo:

"Todo el mundo tiene un plan hasta que le golpean en la boca".

Así es la vida real. Cuando nos levantamos del escritorio con nuestro plan y a ese plan "lo golpea" la vida real, habrán cambios que tenemos que resolver si queremos cumplir con nuestro objetivo.

Funciona exactamente igual para nuestro Diseño de Vida. Podemos sentarnos en el escritorio todas las horas que queramos siguiendo mis procesos de Diseño de Vida, definiendo nuestros valores, planificando nuestra vida para ser felices y apenas nos levantemos en la mañana y comenzamos a vivir — la vida real nos va a golpear en la cara.

Nos vamos a dar cuenta que obtener un ascenso en el trabajo no era como lo habíamos planificado. Que comer saludable no es un tema de hacer recetas, que tener gratitud no es tan fácil en los días que nada sale bien, que priorizar lo importante es difícil cuando la gente que nos rodea nos lleva por otro lado.

Lo que aprendí es que la realidad no se ajusta a nuestro plan. Más bien son nuestras acciones que se deben de ajustar a la realidad de manera que podamos lograr nuestro objetivo: vivir la vida que queremos.

Y para eso hay que aprender a hacer cambios.

Si no estamos listos para esos cambios nos vamos a frustrar y, tal vez, no vamos a terminar nuestro "proyecto", ya sea de vida, de negocio, de trabajo y de construcción.

Sí, enemos que hacer super bien los planos. Ese tiempo en el que estamos preparándonos es importante porque nos permite "atajar" cosas que se nos puedan ir, nos da tiempo de pensar en paz y nos da un plan de acción para poder salir a vivir.

Pero aunque ese tiempo sea importante solo es el 10% del trabajo — la parte más importante viene después de que el plano está hecho, cuando actuamos en la vida real y resolvemos lo que tengamos que resolver para lograr el objetivo.

¡El plano (o el plan) no es el objetivo! El objetivo es nuestra misión, el resultado, la vida que queremos vivir. Por más sagrado e importante que sea el plano (o el plan) antes de comenzar a construir, lo único que importa cuando estamos viviendo es poder ver lo que está pasando y cambiar lo que sea necesario para cumplir la misión.

A los 18 años planifiqué una vida en la que iba a ser ingeniero y eso cambió. A los 28 años planifiqué ser emprendedor y eso cambió. A los 33 planifiqué para trabajar con Telefónica/Movistar por mucho tiempo y eso cambió. Cuando vino mi hija mis planes cambiaron. El plan para mi relación ha cambiado. La pandemia cambió planes estables y épicos que tenía.

En el día a día mis planes cambian. No pude ir a entrenar a la hora que iba a ir, tengo que cambiar. Tenía planes para ver a un amigo, pero eso cambió.

Cuando la vida nos presente cambios podemos sentirnos mal, fracasados o podemos sentirnos como si estuviéramos en una reunión de ingenieros una mañana lluviosa, en el sótano de una construcción. Estamos todos observando la vida real y haciendo los cambios necesarios para asegurar que se logre la misión.

Y mañana vamos a hacer lo mismo.

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