La primera versión de lo que sea que está haciendo siempre va a ser mala. No hay quite.
Hasta este momento de mi vida he desarrollado, tratado de desarrollar y ayudado a desarrollar muchísimos proyectos de todo tipo (startups digitales, empresas de servicios, manufactura de productos, comida, ONGs) y todos tienen algo en común: al principio son feos.
No me refiero a feos estéticamente - aunque eso también es parte - me refiero a feo en general: la idea no está refinada, el modelo de negocios es feo y lleno de huecos, el desarrollo y prototipado es feo, son bocetos feos y desordenados en un cuaderno, el logo es feo, la página web ni decir.
Ahora, decir que algo es “feo” es muy subjetivo, entonces para tratar de tener un hilo conductor para esta conversación vamos a decir que “feo” es algo que nos da pena enseñarle a un posible cliente o a su audiencia; y vamos a decir que “bonito” es un producto que ha aprovechado un montón de aprendizaje del producto, del cliente, del modelo de negocios, que ha resuelto problemas y que es exitoso para construir un paquete bien diseñado, que funciona bien y que es estéticamente lindo.
Siempre que comenzamos proyectos tenemos esta imagen y visión de lo que va a ser: el diseño tan chiva, la tienda decorada, el app increíble, las oficinas de revista y mesa de futbolín, a nuestros clientes sonriendo mientras reciben tantísima ayuda de nuestro servicio tan bueno y nuestra cuenta de banco a reventar. Claro que podemos llegar ahí, pero las cosas NUNCA comienzan así. Aunque contratemos diseñadores, aunque seamos expertos en el tema, el hecho es que por más bonito que se vea, el modelo al inicio es feo. Por más expertos que seamos, la interacción con clientes al inicio es fea, por más que sepamos desarrollar el app al inicio funciona feo. Es feo porque no sabemos en realidad lo que nuestros clientes quieren, lo que es lógico para nosotros no es lógico para otros, si yo estripara este botón lo más seguro es que los usuarios estripen otro primero, si yo creo que va a costar tanto mis clientes me indican que es otro monto, si yo creo que el diseño es bonito, mis clientes pueden verlo feo.
Entonces, ¿es eficiente destinar muchos recursos a algo para que se vea bonito, para que no funcione como nosotros creemos que es la mejor manera si en realidad al principio de fijo va a verse y funcionar feo?
En mi experiencia la mejor manera de terminar bonito es comenzar feo. Veamos por qué:
Todo proyecto tiene una fase de patito feo
Bocetos en un cuaderno, pizarra o servilleta. Ideas de modelos de negocios o huecos en el mercado que hemos visto, escritas rápido y con mala letra. Prototipos de productos o apps, “pegados con goma”, sin acabado, hechos para probarnos a nosotros mismos que tal vez podría funcionar. Todas son cosas que necesitamos para comenzar. Es imposible llevar un proyecto de idea a bonito en una línea recta.
Sí, al principio se va a ver desordenado y se va a sentir como que nunca vamos a pasar de esta etapa fea y que no va a servir. Pero hay una belleza escondida en la fase de patito feo: si aceptamos que esta fase es necesaria, la podemos analizar desde otro punto de vista. Podemos usarla para aprender del proyecto, para aprender lo que la gente piensa de él, para hacer cosas sin riesgo y mejorarlas. Si ya sabemos que va a ser feo entonces no tiene que ser bonito. ¿Me explico?
1. Compartir lo feo genera interés: desde que tenemos algo feo podemos enseñárselo a la gente. Ellos saben que está feo porque estamos comenzando, pero posibles clientes, inversionistas y consejeros lo pueden usar para darnos feedback que lo va a hacer bonito y además les crea interés de consumirlo cuando esté listo o invertir en él para hacerlo “bonito” porque ven el potencial.
2. Comenzar feo es eficiente: como emprendedores nuestra labor es ser eficiente con los dos recursos que tenemos: tiempo y dinero. Si usamos mucho de ambos para construir algo que creemos que es súper bonito, pero resulta que nadie lo usa, lo usa diferente o no es exitoso, ¿fue un uso eficiente de recursos? No. Comenzar feo nos permite tener más probabilidad de éxito con uso de recursos mucho más eficiente.
3. Bonito es muy subjetivo: ¿qué es bonito? No es lo que yo crea. Es lo que mis usuarios, clientes y stakeholders crean que es bonito. Es mejor comenzar feo y dejar que sean ellos los que nos van guiando.
4. La fase de patito feo no tiene que durar mucho: no tenemos que ser feos mucho tiempo. Podemos comenzar feo, darle prioridad a aprender de lo que tenemos y ejecutar sobre eso. Así llegamos a “bonito” de manera eficiente.
Resistamos la tentación de que todo sea bonito. Entendamos que la mona, por más que se vista de seda, mona se queda. Y no es que tenemos que hacer las cosas feas solo por hacerlas feas, sino que nuestra prioridad debe ser ejecutar y aprender de las versiones tempranas del producto, aunque no se vean tan bonitas como quisiéramos.
Hoy lunes, piense en qué puede comenzar a construir por más feo que sea. Hoy aprenda de sus ideas, conceptos, prototipos, bocetos en papel. Enséñeselos a posibles clientes. Vaya aprendiendo cómo hacer su producto cada vez más útil para sus clientes y le va a ir quedando más bonito.
Cero spam. Sólo mis mejores ideas y de vez en cuando anuncio de productos épicos diseñados para ayudarles a diseñar sus vidas y/o mejorar sus habilidades de negocios.