Si alguien les pregunta si ustedes viven una vida que vale la pena vivir,
¿contestarían que sí?
En un estudio reciente 3 psicólogos decidieron preguntarle a 8,500 personas si sus vidas valían la pena vivir.
Independientemente de sus respuestas, comenzaron a mandarles mensajes de texto a diferentes horas del día donde les pedían que escribieran super brevemente la actividad que estaban haciendo en ese preciso instante. Acto seguido les preguntaban que si pudieran, sin consecuencias negativas, saltarse esa actividad que estaban haciendo, si escogerían saltársela.
Por ejemplo, si alguien responde que están cocinando, les preguntaban si pudieran saltarse la etapa en la que están cocinando y ya estar sentados en la mesa comiendo, ¿escogerían saltarse ese tiempo en el que están cocinando?
Durante varios días, de todas las actividades personales, profesionales, de salud, sociales, de todo tipo que estaban haciendo esas 8,500 personas escogieron saltarse el 40%.
Eso quiere decir que casi la mitad del tiempo que estamos despiertos no vale la pena que lo vivamos.
Por ejemplo, hoy que es lunes, la mayoría de la gente escogería saltarse el lunes porque no les gusta. Eso es 1 día de cada 7. O preferirían saltarse una presa o saltarse una la fila en el banco. Peor todavía si preferimos no vivir el periodo de 8am a 5pm en el que estamos trabajando o los 5 días de la semana para esperar el finde. ¿Cuál porcentaje de nuestras vidas representan esos momentos que preferimos no vivir? ¿En serio nos estamos perdiendo la mitad de nuestra vida?
Si realmente queremos contestar que nuestra vida sí vale la pena vivir, tenemos que explorar cuáles son esas cosas que no haríamos si tuviéramos la oportunidad sin consecuencias negativas, explorarlas y ver si hay otra manera en que podamos verlas o si hay otras actividades por las que las podemos cambiar.
Toda la vida sí vale la pena vivir, pero de manera intencional.
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